5 oct 2007

De la fe

Hace dos años, cuando tomé mi avión a Madrid, estaba perdido. Solo, en un país extraño, entendí que en ocasiones, renunciar a la vida conocida y saltar al vacío, constituye la única manera digna de perdonarse. El viaje que emprendí fue en ese sentido —y para mi fortuna— una huída frustrada.
Hace un par de semanas volví a subirme un avión. Y en esta ocasión todo fue distinto. Por primera vez en mucho tiempo tuve la sensación de estar justo donde debía y con quien debía. Y esa noción, tan extrañamente irreal, se multiplicó a lo largo de dos semanas que incluso ahora, cuando estoy de regreso, todavía continuo disfrutando.
A veces me pregunto si en verdad merezco todo lo que me ha sucedido este año. Y siempre concluyo que no. Pero es lo de menos. Dudo que ser feliz se trate de una cuestión de méritos. Así que en vez de perder el tiempo con ese tipo de pensamientos, me solazo en la idea del próximo fin de semana, o del próximo viaje, me permito soñar e ilusionarme y volver a creer. Sobre todo eso último: creer que todo en esta vida es posible.

4 comentarios:

Laura Alvarez dijo...

A veces sucede que en lugares esperados e inseperados encuentras las palabras exactas en el momento exacto. Palabras que mueven cosas, acomodan sentimientos, reconfortan vidas... y hacen posible creer que todo va a fluir y a seguir.

"Renunciar a la vida conocida y saltar al vacío"

Gracias.

Anónimo dijo...

¿Sabes cuál es la cita favorita de karlatone?

es la siguiente: "fortis imaginatio generat casum" ...
algo así como imaginar fuertemente las cosas hace que sucedan".

Lo único que uno merece es lo que sueña (imagina).

un abrazo!

k

El Alvaro dijo...

Lau: no le saque, mire esto es como el za-za-za, una vez que empiezas no hay forma de parar.

Karlatone: no podias haberlo dicho mejor.

Laura Alvarez dijo...

Haré mi tesis sobre la influencia artístico-estética del za-za-za en las redacciones de periódicos tercermundistas.

Gracias por iluminarme, maestro!