
En los seis años que trabajé en Intolerancia hice casi de todo. Fui corrector de estilo, reportero, columnista, y editor. Conocí la locura de una redacción y me dejé contagiar por ella. Aprendí a trabajar bajo presión, hasta altas horas de la madrugada, incluso sábados y domingos. Me emborraché de periodismo y seudoperiodismo. Perdí y gané algunos amigos. Entendí que nada es lo que parece. Y que a veces, ceder sin conceder, es la única fórmula para mantenerse puro en un medio que suele destilar tanta mierda.
Y claro, me divertí como nunca.
En mi último día de trabajo, a modo de despedida, recupero esta foto de las mejores épocas del diario.
Luego, nos convertimos en otra cosa.
Y claro, me divertí como nunca.
En mi último día de trabajo, a modo de despedida, recupero esta foto de las mejores épocas del diario.
Luego, nos convertimos en otra cosa.