10 jul 2008

Del blog, de la escritura en el blog y del otro detrás del blog

Desde hace tiempo ando pensando postear sobre el blog, sobre la escritura en el blog, sobre el otro que existe detrás del blog que se mira.
Hace unas semanas –a manera de ensayo– escribí un artículo para una revista cuyo tema central eran precisamente los blogs. Ahí descubrí que existen en la red más de 100 millones de bitácoras registradas y que diariamente se agregan 75 mil a esta inconmensurable cifra. Que la mayoría dura un promedio aproximado de tres meses y luego muere. Pero que otras se consolidan, y año tras año incrementan su cosecha de lectores.
La frialdad de las cifras me hizo pensar inconscientemente en mi blog cuya última fecha de entrada se remontaba ya a varias semanas.
Poco tiempo después me encontré con Laia en el Skype. Tras el saludo afectuoso me comentó que recientemente había escrito y publicado algo sobre el tema. Me pasó la dirección y yo prometí visitarlo más tarde.
Hoy por la mañana, recién levantado, tacita de café en mano, cumplí con esa promesa.
En La velocidad de las cosas, Rodrigo Fresán asegura que existen tan sólo dos categorías de escritores, y por lo tanto, dos categorías de lectores: aquellos que al final de un cuento suspiran ¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí? Y los que optan por sonreír pensando ¡Qué suerte que se le ocurrió a alguien!
Pues bien, después de leer la epístola de Laia sobre los blogs, no puedo sino agradecer el “anacronismo” y “arcaico romanticismo” que orilló a su autora a escribir esa carta. Y es que cuando uno encuentra en palabras de otro, aquello que desde hace tiempo viene mascullando en silencio, en la soledad de los pensamientos aislados que no alcanzan a conectar con el mood necesario para emprender el ejercicio de la escritura, lo menos que se puede hacer es dar las gracias.
Así que desde esta bitácora en hibernación digo “gracias” a Laia por la probaditas de inmediatez y por las de autenticidad. Por mover con su escritura las aguas estancadas de este blog que amenazaba seriamente con extinguirse.

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