5 abr 2010

Love is in the air (oh,oh,oh,oh)


El primer trimestre del año se fue con más pena que gloria. La abuela murió. La beca se terminó. El proyecto editorial se estancó. El doctorado comenzó su agonía.

Y en medio de ese panorama los 34 años, como tercera llamada inminente, recordatorio del inexorable paso del tiempo, y testimonio visceral de las cosas por las que vale la pena vivir.

Cercanos y lejanos, íntimos y casuales, permantentes e intermitentes, reales o virtuales, los amigos y la familia me hicieron sentir cobijado y querido. Hubo reencuentros memorables, charlas y risas al por mayor, ensoñaciones lúcidas y -quién lo diría a estas alturas- mucho baile y celebración.

Se equivoca quien dice que hemos perdido el tiempo. Hemos ganado mucho. Y lo mejor está por venir.

1 comentario:

La Nana dijo...

... y de pronto esos instantes fugaces que nos recuerdan de que set trata vivir hacen que todo valga la pena...

Saludos desde el hoyo...