26 jul 2006

Un lado no tan oscuro


La primera vez que vi El lado oscuro del corazón fue en el verano de 1995. Era una tarde fría, llovía, y ante la perspectiva de una tarde aburrida Juan, Nacho y yo decidimos rentar una película. Escogimos esa porque el título nos llamó la atención. Aún no cumplíamos los veinte años y nuestras experiencias vitales eran muy reducidas. Lo sabíamos, éramos conscientes de eso y en nuestra urgencia por rellenar los espacios vacíos recurríamos a la literatura o al cine. En mi caso, más a la literatura.
Como toda primera vez, el contacto inicial con la película fue deslumbrante: la poesía, los personajes, las escenas cargadas de surrealismo, la música, el paisaje urbano (aún ahora, más de diez años después, sólo puedo imaginar Buenos Aires a través de esa cinta).Y por encima de todo eso la idea del amor, flotando en el aire, como un elemento desconocido, inasible, que se posaba sobre nuestras cabezas.
Recuerdo que los siguientes días me di a la tarea de conseguir los textos del guión de la película, cosa que me resultó difícil en una época en la cual el internet era aún una rareza. Compré algo de Benedetti y de Oliverio Girondo. De Juan Gelman no pude encontrar nada. Los leí con fruición, me aprendí algunos fragmentos de sus poemas, y durante meses (quizá hasta años) me di a la tarea de buscar a la mujer que vuela. No la encontré nunca.
Ayer por la noche vi la película por segunda vez. Al igual que doce años atrás, hacía frío y llovía. Después de preparar la cena me recosté en el sillón de la sala y encendí la televisión. La cinta ya había iniciado pero aun así decidí verla completa. Mis intenciones fueron declinando a medida que avanzaba la madrugada. Los diálogos me parecieron afectados y cursis. Los personajes, estereotipados y pretenciosos. La visión del amor, sufridora y machista. Para las dos de la mañana, por uno de esos incomprensibles, y en este caso, venturosos accidentes de la televisión por cable, el audio de la película se fue y entonces pude retirarme a mi habitación sin culpa.
No entiendo bien lo que pasó. Supongo que con el tiempo uno cambia su visión sobre las cosas; deja de creer, de buscar, renuncia a las ideas que fueron alguna vez importantes. Y esto no debe representar ninguna tragedia. Pienso en la infructuosa pesquisa de la mujer que vuela y sé que a estas alturas ya no querría algo así. Puede que el miedo tenga algo que ver en todo esto, pero a últimas fechas, cuando de relaciones se trata, prefiero conservar los pies bien puestos sobre la tierra.

1 comentario:

Petite dijo...

me siento plenamente identificada con tu versión al respecto de esta película, me sucedió prácticamente lo mismo... pero además hay otro aspecto que he llegado a aborrecer: algunos hombres, al tratar de "ligar" te hablan de esa película o recitan versos de Girondo atribuyéndolos a Benedetti... es decadente. Al menos nos sirve para darnos cuenta de que vamos evolucionando.