5 jul 2007

Hacer el trabajo

Mientras esté aquí haré el trabajo
¿Y cuál es el trabajo?
Aliviar el dolor de vivir.
Lo demás: escenas de borrachos y de tontos.

A. Ginsberg



Lo digo en serio, escribir una tesis es un martirio. Yo ya voy por la tercera y parece que no aprendo. No es que me guste sufrir. Es sólo que siempre he pensado que padecer los procesos de la vida tiene su recompensa. Y que al final, cuando lo peor ha pasado, uno puede decir con orgullo “yo hice esto” o “yo pasé por aquello” y esbozar sin trabajo una sonrisa.
Pienso en algunas de las situaciones dolorosas a las que he tenido que sobreponerme y no me queda duda: el placer que viene después, se disfruta en proporción directa a los obstáculos que uno tuvo que superar, o a las veces en que uno estuvo a punto de asumirse como desertor y mandar todo al diablo. Por eso, quizá, he renegado siempre de las terapias y los antidepresivos. Puede que sea sólo cuestión de vanidad, pero no me gustan los paliativos.
Regresando al tema de la tesis, debo decir que a estas alturas he pasado ya por el engorroso asunto de definir el tema y estoy actualmente en el proceso de agotar la literatura existente y redactar la parte que corresponde al marco teórico. Por lo regular esta etapa suele ser la más aburrida, la menos creativa, la que implica más disciplina. Es también la que suele desanimar más al estudiante. Uno avanza pendiente arriba, con el equipaje a cuestas y no se vislumbra la cima. Y entonces llegan las malditas dudas. Y junto con ellas, el presentimiento de que cada tropiezo, cada inconveniente, cada obstáculo superado, son el cimiento fresco sobre el cual se edifica el goce futuro. Razón de más para levantarse todos los días y emprender sin demora el trabajo. Ya habrá tiempo para regocijarse después.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quiuvas álvaro. me parece que has remodelado tu blog. está suave.


karlatone