14 abr 2009

Mi casa


Mi casa no es una casa. Es un departamento ubicado en el segundo piso de una concurrida calle del centro de la ciudad. Desde sus ventanas se pueden ver las cúpulas de las iglesias y las torres de catedral; y a veces, cuando los días son buenos, es posible admirar los volcanes en toda su magnificencia.

Justo enfrente hay un bar que se llama Garufa y que curiosamente tiene a la entrada inscrita la leyenda: Puebla-Buenos Aires-México. Por más que intento convencerme de lo contrario, no puedo dejar de pensar que estas palabras están ahí por algún motivo. Quizá para recordarme que pronto volveré a pisar tierra argentina o para susurrarme -en el lenguaje secreto de las casualidades- que el lugar en el que ahora habito estaba reservado para mí. O lo que es lo mismo: que estoy justo en el sitio en donde tengo que estar.

Por primera vez en mi vida estoy estrenando muebles propios. Y pronto tendré cortinas. Y aunque no sé cambiar una llanta, ni usar correctamente un taladro; lavo mi ropa en casa, preparo diariamente mis alimentos, limpio y arreglo el hogar cada que se requiere.

No estoy solo en este proyecto. Y eso hace la diferencia. Convierte este departamento de segundo piso, en un hogar con todas las de la ley. Ayer en la noche encendimos una vela y prendimos incienso para los buenos augurios.

Sin darme cuenta empiezo a concebir nuevos planes. Mi optimismo se declara oficalmente renovado. Todo saldrá bien.

2 comentarios:

Vale* dijo...

hey que chido independencia y con optimismo!! felicidades Alvaro... un beso
Tu exvecina
Vale

Gerson dijo...

Ja. Irónico que quien mascó tanto tiempo el fortis imaginatio rumie ahora la casualidad. Mejor quédate con un punto intermedio como la sincronicidad.