25 jun 2009

Gracias, Andrés


Fuimos pocos los convocados a la cita de ayer con el Salmón. Pocos, pero dispuestos a hacer "el aguante" al más puro estilo argentino.
El concierto fue todo lo previsible que puede ser un concierto de Calamaro. O sea, nada. Porque en un concierto de Calamaro no es el repertorio, ni el estado de ánimo, ni el orden de las canciones; es esa especie de conexión íntima que la música, la letras y la personalidad de Andrés generan en el oyente, lo que le imprime un sello único a cada presentación. A mí, por ejemplo, me dio por pensar en los caminos cruzados, en los ciclos que inevitablemente se cierran, y por supuesto, en las cosas que permanecen. Claro que además de pensar, salté, bailé, grité, me emocioné como pocas veces. Me puse el disfraz de fan que lo perdona todo, que lo festeja todo, para quien todo lo que sucede en el escenario es motivo de júbilo.
Tras la descarga de adrenalina vino el ritual: la compra de la playera conmemorativa, el intercambio de experiencias con Myriam, la cena post-concierto con los amigos. La noche termino en un local a la vuelta de la casa con empanadas, choripan y agua de jamaica. Nada más que pedir a un noche fría y lluviosa de junio.

1 comentario:

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