23 mar 2007

Cuentas pendientes

Hace un par de días celebramos la clausura de nuestro taller literario en Oaxaca. Si bien la experiencia valió las horas en carretera, las ausencias laborales, y los inconvenientes propios del traslado Puebla-Oaxaca durante el primer fin de semana de cada mes, mi conclusión al respecto resulta en una colección de curiosas contradicciones.
Queda por un lado, cierta nostalgia por San Agustín y su gente, por el bungalo que nos albergó durante todo el año, por las reveladoras sesiones de I-Ching y por las preocupaciones literarias y extraliterarias, externadas en pláticas interminables, que fueron por mucho, lo mejor del taller. Queda también la sensación de que se pudo hacer mucho más y no se hizo. Y junto con eso, el desconcierto colectivo que deriva del hecho de que la mayoría salimos de ese taller con más dudas que respuestas —lo cual me parece hasta cierto punto saludable— y ninguno, hasta donde sé, con una novela que valga realmente la pena bajo el brazo.
Con todo, no dejo de pensar en qué momento se perdió el proyecto literario de este año. Y lo más importante de todo: ¿dónde quedó? ¿y cómo diablos haré para retomarlo? Así que extrañamente el ciclo que termina, marca también el inicio de nuevas y quizá más profundas preocupaciones.
Así las cosas, sólo me queda constatar, un tanto con sorna y otro con complacencia mal encaminada, que mi relación con la escritura sigue siendo hasta ahora (con taller o sin él) una cuenta pendiente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rubén Bonifaz Nuño recomendaba tener lista en la máquina una hoja de papel, pues así nos dará la impresión de que, aun sin haber escrito una sola palabra, en el momento de introducir la hoja en el rodillo ya comenzamos el trabajo.(Con ese método tendremos 365 páginas al año)
Si permanecen blancas, no importa. Son hojas pensadas, escritura en potencia, homenaje al silencio mallarmeano, a la noble esterilidad torriana. Hagamos con cada una de esas hojas inmaculadas —reciclables— una bola de papel y arrojémosla al cesto de papeles, para disfrutar el cansancio de quien ha trabajado y merece el recreo.

El Alvaro dijo...

Estimada chica defe: casi podría asegurar (en la idea de estos círculos del destino que se repiten) que has transitado tambien por la misma experiencia. Gracias por el comment, me alegró de verdad el día.

Laia Jufresa dijo...

chales.

y yo sin despedirme.