30 dic 2010

Que la quinta es la una y la sexta es la dos...


No olvidaré el 2010 y sus altibajos.
El año en que me hice doctor, o lo que es lo mismo, dejé de ser estudiante.
El año en que se materializó el proyecto editorial que mis amigos y yo concebimos años atrás, reunidos a la mesa de un café, cuando no teníamos un centavo en la bolsa, pero sí mucha pasión y talento entre manos.
El año en que tuve el raro privilegio de trabajar más que nunca, haciendo lo que más me gusta.
El año que pasé de acreedor a deudor de un banco.
El año en el que mi abuela se fue y que Sofía, mi sobrina, llegó para quedarse.
El año en que entendí, por fin, que debo empezar a cuidarme.
Despido el 2010 en Morelia, Michoacán, tal y como lo he hecho durante los últimos cuatro años. Y ése, quizá, es el mejor motivo para celebrar: saber que en medio de tanto cambio (y tanto trabajo) le seguimos reservando espacio a lo importante.
A unas horas de que el año termine, Myriam y yo no tenemos plan... la verdad, me tiene sin cuidado.

2 comentarios:

Software Web dijo...

La vida definitivamente es una variable nunca lineal que siempre esta en constantes cambios y ya depende de nosotros como asimilamos cambios y aceptamos las consecuencias de nuestros actos y admiramos lo grande de nuestros logros.

Matilde, Chascona como siempre dijo...

Que lindo Blog!!! suerte en Itaca.. y rie el año que viene :)