Extrañaba Oaxaca. Extrañaba manejar de noche y fumar un cigarro con Laia. Extrañaba platicar con Tryno y con Pynch sobre literatura. Y saludar a Martín y al resto de la banda oaxaqueña. Extrañaba hablar de libros leídos o por leer. Y burlarnos de las novelas que decimos escribir y que pareciera no vamos a terminar nunca. Echaba de menos todo eso y más, y sin embargo, apenas había transcurrido un día y ya estaba de regreso en la carretera.
A saber si fue el malviaje, las ganas de verla otra vez, o simplemente el deseo de rescatar el fin de semana. No se necesita ser muy inteligente para notar que de un tiempo a esta parte mis prioridades han dado un viraje.
Ni hablar. En la batalla contra la añoranza, lo cotidiano le gana siempre a lo excepcional.
A saber si fue el malviaje, las ganas de verla otra vez, o simplemente el deseo de rescatar el fin de semana. No se necesita ser muy inteligente para notar que de un tiempo a esta parte mis prioridades han dado un viraje.
Ni hablar. En la batalla contra la añoranza, lo cotidiano le gana siempre a lo excepcional.
2 comentarios:
guey te das cuenta que ya pasó un año?
puffffff... el tiempo, tremendo invento sabandija...
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