EMPRENDE EL VIAJE A ITACA PERO DEMÓRATE LO MÁS QUE PUEDAS, HAZ MUCHAS ESCALAS, TENIENDO SIEMPRE PRESENTE TU ISLA, LA QUE ESTÁS BUSCANDO. AL FINAL LLEGAS A ITACA, Y ¿QUÉ VAS A DESCUBRIR? QUE LA VERDADERA ITACA ERA EL VIAJE.
17 dic 2008
Brevario
16 dic 2008
Uno de esos momentos...
4 dic 2008
El sentido práctico
25 nov 2008
Y ahora pa' dónde
11 nov 2008
Los pies sobre la tierra
Hoy por la mañana el tema salió a la plática con Myriam. Y luego, no sé cómo, se habló de las prioridades. Cuáles son las cosas importantes, cuáles las imprescindibles.
Mira que a veces hace falta una conversación de esas para poner los pies en la tierra. En cosa de media hora pasé de considerarme un realista consumado, a sentirme un tipo de lo más candoroso y crédulo. En el afán de no clavarse en la textura, mejor le paramos. Pero yo no puedo dejar de darle vuelta al asunto.
Hasta el momento un par de ideas se me ocurren. 1) O bien soy feliz con poco; 2) O bien lo poco que tengo me hace feliz. Y aunque me parece más atractiva la segunda opción, creo que lo valioso del ejercicio está en reconocer no sólo el terreno que se pisa, sino la forma y la fuerza con la que se pisa. Por lo demás, no me interesa complicarme con el viejo dilema del vaso medio lleno o medio vacío.
4 nov 2008
Casi nunca

Conocedor de ciertos detalles de la ficción que cabalgaban paralelos a la vida del autor, devoré con fruición –casi de una sentada- la versión electrónica de esa novela, apenas llegó a mi correo.
Desde siempre he considerado la literatura de Daniel como una apuesta arriesgada por el lenguaje y por el humor (lo cual, en un medio tan conformista como el literario, donde nadie arriesga nada, es por sí mismo, un gesto que se agradece); sin embargo, fue hasta que terminé de leer la última línea de su novela, que me quedó claro de qué va esa obsesión -casi diría testarudez- de Daniel, por exprimir a full cada palabra, por trabajar el fraseo hasta el cansancio, por asumir un punto de vista no convencional (y por eso muchas veces incomprendido), y sobre todo, por resistirse al facilismo de los temas de moda. En una sola idea: por ser siempre Daniel Sada, y no otro, el que escribe.
Está por demás recomendar la novela de Daniel Sada que próximamente saldrá publicada por Anagrama bajo el sugestivo título de Casi nunca. No se la pierdan.
Es, de verdad, una joya.
22 oct 2008
Algo apesta

Apelando a la prudencia, decidimos ir al cine el miércoles que nos cuesta la mitad. La película estuvo tan buena que nos despertó las ganas de un cafecito. Como ya no tenía efectivo, me dirigí al cajero para sacar un poco de dinero. Mi sorpresa en ese momento no fue mayor que mi enojo: de un día a otro, un deslizamiento del peso, evaporó de mi cuenta el equivalente a una quincena, de esas de las que -por cierto- ya no percibo.
De regreso a casa intento convencerme de que no debo entrar en pánico. Pero los medios no son tan optimistas como yo. El diario de hoy informa que en México el dólar se fue casi a 14 pesos y la bolsa cayó 7 por ciento.
A estas alturas no dejo de preguntarme en qué momento nos hicimos tan vulnerables a fenómenos que con trabajo alcanzamos a entender y sobre los cuales no tenemos capacidad de control o influencia alguna.
El otro día leí en La Nación que los libros de Marx, Keynes y Smith han registrado niveles record de ventas en los últimos meses. Al parecer somos ya legión los interesados en saber a dónde diablos se fue nuestro dinero. Y es que si algo ha dejado claro la historia es que las grandes riquezas, se amasan siempre al amparo de las grandes ruinas. O lo que es lo mismo: hay alguien muy vivo, en algún lado del mundo, que se está haciendo rico a nuestras costillas.
Divagaciones para una ciudad en ruinas

He pasado por todo eso antes. Pero por alguna extraña razón, ha sido hasta ahora, que habito una ciudad cuyo origen e idiosincracia pareciera no distar mucho de la mía, que me reconozco venturosamente atado a ese pedazo de tierra que es Puebla.
Hace varias semanas me hicieron la propuesta de retomar mi trabajo como columnista para una revista. ¿Por qué no escribes desde Buenos Aires pensando en Puebla? Lo pensé y me negué. Luego lo volví a pensar.
Hablar o escribir sobre Puebla desde esta región del mundo no es tarea fácil. Buenos Aires es una ciudad demasiado centrada en sí misma. Una ciudad que te recuerda a cada paso que estás aquí. Que no importa de dónde vengas es éste, y no otro, el centro del mundo. Cómo entender si no, la magnitud de la oferta cultural para una ciudad que apenas rebasa los dos millones y medio de habitantes. O el peso que tiene la industria turística en la capital de este país, donde elementos tan cotidianos como el tango, el cafecito porteño, el clásico Boca-River o el asado, se venden al exterior como productos o servicios que más allá de generar una derrama económica importante, contribuyen a afianzar la identidad de sus habitantes.
No se requiere vivir mucho tiempo en esta ciudad para entender que el ego de los argentinos está justificado con creces. Basta con asomarse a la excentricidad de una avenida como la Nueve de Julio o de una calle como Corrientes; o mirar con ojo crítico la proliferación de actores, escritores o grupos de rock que a contrapelo de los apologistas del mundo globalizado, apuestan por lo local y se la “bancan” solo con el mercado argentino, el mismo que recibirá próximamente a Madonna en el estadio de River, y que obligó a Luis Miguel a abrir una cuarta fecha en el estadio de Vélez Sarsfield.
Buenos Aires, con todos los defectos que pueda tener, se apunta en la lista de ciudades cosmopolitas, pero con identidad propia, en donde pareciera que hay lugar para todos.
En este punto, la comparación es inevitable.
Y es que Puebla, como ciudad, tiene todos los elementos -al menos en potencia- para colocarse en ese prestigioso rankig.
Últimamente, ha tomado fuerza cierto discurso que reniega de lo local. Como si pensar hacia adentro fuera pensar menos y pensar además mal. Buenos Aires es un ejemplo de lo contrario. De cómo imponer lo local al mundo. De cómo presentarse ante los demás con la ropa de siempre y parecer, sin embargo, elegante. De cómo hacer del ego y la autoestima una virtud. De cómo convertir a la aldea en un lugar donde quepamos todos.
7 oct 2008
Noche Calamaro
Y es que más allá de lo que significa en lo personal Calamaro, lo del domingo pasado fue mucho más que 40 mil personas cantando a coro “Paloma” al final de un concierto soñado. Fue reconocer a Buenos Aires tal y como siempre la había imaginado. Reconocerla a ella y reconocerme a mí, ocupando un lugar de privilegio, consciente una vez más del “aquí y el ahora” tan mentado, que hemos hecho consigna para afrontar estos días de incertidumbre financiera, laboral y emotiva.
Dejo para el recuerdo una probadita del video que tomé con lo mejor de la noche…
28 ago 2008
Carta abierta a Pinch

Dice Lai que te encuentras al norte y creo suponer –lo deduzco por nuestra última y ya muy lejana plática- dónde es que estás. Yo vivo ahora al sur, muy al sur. Y eso pone a Oaxaca -quien lo fuera a decir hace algún tiempo- justo en el centro geográfico de nuestra ubicación actual.
Te cuento que hace un par de meses hablé por teléfono con Tryno. Se le escucha bien, clavado en su papel de editor y "caza talentos" literario. Aunque debo confesar que tras la breve conversación que sostuvimos creí detectar en él, cierto aire de hartazgo, posible efecto colateral del uso y abuso del mezcal de alacrán, entre otras sustancias tóxicas oaxaqueñas a las que es aficionado nuestro amigo.
Con Lai no se sabe nunca, un día se levanta, se sube en un avión y puede que aparezca en el sitio menos pensado, haciendo las cosas más extrañas, como esa de cuidar adolescentes francesas, sobrevivir a una narco-balacera en Creel, u otras que estoy seguro omite en su blog, por pudor o por hueva.
En fin, recurro a este medio porque a últimas fechas me fastidia un poco usar el correo electrónico (bah! a quien quiero engañar, también es para que este blog no muera)
Y bueno, entre otras cosas, porque esta botella al mar está destinada también a los otros aludidos, a quienes se les recuerda desde acá con harto cariño.
Saludos Mr. Pinch, donde sea que se encuentre.
Y un abrazo al resto.
Buenos Aires, Argentina, 28 agosto, 2008
26 ago 2008
Tarde de martes
Creo que estoy pensando demasiadas cosas a la vez y eso se refleja en mis actividades cotidianas. Mi tesis, hasta hace una semana, avanzaba, lenta pero segura. Sin embargo los últimos tres días, me siento paralizado (literalmente) frente a la escritura.
Se me presentan en el horizonte un par de proyectos interesantes. Los dos me exigen tiempo y los dos –para variar– no prometen remuneración económica alguna, al menos en el corto plazo (aunque de concretarse podrían llegar a sacarme de más de un apuro).
Hay días, como hoy, en que esta suerte de “indefinición liberadora” que he escogido como opción laboral y de vida me parece insostenible. Pero tampoco quiero engañarme. Vivo como quiero, como siempre quise, y justo ahora –por azar o destino– con quien siempre quise. Así que estaría de locos quejarme.
Mañana a estas horas estaré escuchando en vivo a Fito Paez y esa será otra de esas cosas que siempre pensé hacer algún día y que de repente ocurren.
Iré pues, con mi ojo morado, mis preocupaciones a cuestas y con la emoción de saberme cumpliendo, una vez más, otro de mis caprichos.
28 jul 2008
22 jul 2008
Pacto de no agresión
mi escritura y yo hemos signado un pacto:
No volveremos a intentarlo
hasta que uno de los dos
haya madurado
16 jul 2008
Para todo lo demás...
Café Havanna ............................................ 5.50 pesos
Entrada al teatro ......................................... 50 pesos
Bife de lomo .............................................. 35 pesos
Campera de cuero ........................................ 350 pesos
Alfajor Jorgelin .......................................... 4.50
Ejemplar de El Clarín .................................... 2.70 pesos
Ver a los Babsónicos en el Luna Park ...... No tiene precio
10 jul 2008
Del blog, de la escritura en el blog y del otro detrás del blog
Hace unas semanas –a manera de ensayo– escribí un artículo para una revista cuyo tema central eran precisamente los blogs. Ahí descubrí que existen en la red más de 100 millones de bitácoras registradas y que diariamente se agregan 75 mil a esta inconmensurable cifra. Que la mayoría dura un promedio aproximado de tres meses y luego muere. Pero que otras se consolidan, y año tras año incrementan su cosecha de lectores.
La frialdad de las cifras me hizo pensar inconscientemente en mi blog cuya última fecha de entrada se remontaba ya a varias semanas.
Poco tiempo después me encontré con Laia en el Skype. Tras el saludo afectuoso me comentó que recientemente había escrito y publicado algo sobre el tema. Me pasó la dirección y yo prometí visitarlo más tarde.
Hoy por la mañana, recién levantado, tacita de café en mano, cumplí con esa promesa.
En La velocidad de las cosas, Rodrigo Fresán asegura que existen tan sólo dos categorías de escritores, y por lo tanto, dos categorías de lectores: aquellos que al final de un cuento suspiran ¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí? Y los que optan por sonreír pensando ¡Qué suerte que se le ocurrió a alguien!
Pues bien, después de leer la epístola de Laia sobre los blogs, no puedo sino agradecer el “anacronismo” y “arcaico romanticismo” que orilló a su autora a escribir esa carta. Y es que cuando uno encuentra en palabras de otro, aquello que desde hace tiempo viene mascullando en silencio, en la soledad de los pensamientos aislados que no alcanzan a conectar con el mood necesario para emprender el ejercicio de la escritura, lo menos que se puede hacer es dar las gracias.
Así que desde esta bitácora en hibernación digo “gracias” a Laia por la probaditas de inmediatez y por las de autenticidad. Por mover con su escritura las aguas estancadas de este blog que amenazaba seriamente con extinguirse.
3 jul 2008
Invierno austral
El invierno austral, me consiente.
Nada, por el momento, podría estar mejor.
12 jun 2008
Mucho que celebrar
4 jun 2008
La vida en la tele
1 jun 2008
Mejor no saber

30 may 2008
Adiós al Intole

Y claro, me divertí como nunca.
En mi último día de trabajo, a modo de despedida, recupero esta foto de las mejores épocas del diario.
Luego, nos convertimos en otra cosa.
24 may 2008
Medicina contra el escepticismo
La frase no tenía corolario. Y supongo que eso explica en gran parte por qué nadie ha encontrado aún el acomodo ideal para las cosas que sin ser imaginadas con antelación, ocurren un día de manera inesperada y súbita.
Pero no vamos a ponernos tan quisquillosos en ese punto.
A una semana del "gran escape" quiero dejar constancia de que pese a mi natural tendencia al escepticismo y el malviaje, todo lo que está por suceder se concibió cuando a mis propios ojos parecía algo lejano e inalcanzable.
Sea, pues, este blog la prueba más fehaciente de que la fórmula de Karlatone funciona.
3 may 2008
Bitácora

Cuando alguien haga el recuento de las cosas no dichas
De los pensamientos concebidos y luego desechados por inasequibles
De los miedos inconfesables, pero siempre presentes
Encontrará en esta libreta vacía
el registro detallado y preciso de mis jornadas:
Una hoja en blanco describe a cabalidad
el lento transcurrir de estos días...
28 abr 2008
La pregunta del día
La pregunta me la hicieron como diez veces a lo largo del día.
Y ahora que me lo cuestiono yo, debo confesar que me siento triste, nostálgico, esperanzado, emocionado, temeroso, tranquilo, sensible, práctico… todo a la vez.
Que caminé el centro de la ciudad con un nudo en la garganta.
Que pasé por el hogar sin atreverme a mirarlo de frente.
Que revisé el calendario para contar una vez más los días.
Que pensé demasiado en el futuro —cercano y lejano— y en él estabas siempre conmigo.
22 abr 2008
Ensoñación lúcida
Que todo a nuestro alrededor era destrucción y muerte.
Rodeados por la multitud, tú y yo huíamos juntos.
Brincábamos azoteas, atravesábamos oscuros y desérticos parques.
Nos refugiábamos en casas solitarias, que abandonábamos siempre al amanecer.
Por las noches, frente a un improvisado fuego, hablábamos de nuestros planes.
Ambos sabíamos que las ensoñaciones eran como espejismos que preludiaban las grandes catástrofes.
Aún así, las procurábamos a todas horas con una obstinación desesperada y suicida.
Mi sueño terminó la mañana en que el Ángel de la Muerte tocó a nuestra puerta.
¿Qué vamos a hacer? me preguntaste nerviosa, sin despegarte de mis brazos
Yo miré hacia la ventana y calculé el tiempo que nos llevaría desplazarnos hasta el balcón para saltar al vacío.
Luego te tomé de la mano con fuerza.
No supe más que pasó.
Estábamos juntos y no teníamos miedo.
29 mar 2008
¿Dónde quedó Macondo?

I
Colombia no es México, pero se le parece. Los embotellamientos en Bogotá me traen a la memoria las horas perdidas en el Viaducto, Insurgentes o en el periférico chilango. Me pasa lo mismo con la zona nice de la ciudad, y con los edificios que circundan las avenidas principales. Uno podría pensar que esta ciudad latinoamericana reproduce en miniatura las zonas más representativas del DF. Pero algo no cuadra. Tras una semana en Colombia me siento atrapado en una película Súper 8.
Eso debe ser: Colombia es como México, pero en los años ochenta.
II
He pasado toda la mañana en la zona de La Candelaria buscando un Starbucks inexistente. Por la tarde un colega me aclara que el café en Colombia es como el petróleo en México y me recomienda visitar alguna sucursal del Juan Valdez Café, la versión starbuckiana del café colombiano. Su sugerencia resulta ser la ruina de mis finanzas personales. Diariamente me tomó unas tres o cuatro tazas del mejor y más caro café de esta región de América.
III
En esta América Latina que recién empiezo a conocer somos más parecidos de lo que creemos. Los colombianos son "bacanos" y los mexicanos "chidos". Ellos tienen su M-19 y nosotros a nuestros zapatistas, ellos a su Álvaro Uribe y nosotros a nuestro Felipe Calderón. A pesar de todo, existen diferencias que no deben desdeñarse. Norma, una antropóloga con quien voy a comer a un restaurante vegetariano, me pone al tanto del clima de violencia que domina este país. Las historias que me cuenta parecen salidas de un cuento de terror. Corrijo: no parecen, en realidad salen de ahí. Y no se trata de ningún cuento.
Salgo de la comida con un hueco en el estómago.
IV
El lunes pasado, en la plaza Bolívar un hombre nos abordó para contarnos la historia de la toma del Palacio de Justicia y cómo guerrilleros y ciudadanos fueron masacrados por el ejército. A media semana regreso solo a la plaza para intentar reconstruir el relato. A pocos metros de ahí transita una cuadrilla de soldados armados. Camino varias calles hasta el Ministerio del Interior donde un grupo de trabajadores limpia con evidente desgana una pared manchada de pintura. He visto esta escena varias veces en la semana. A diferencia de nuestro país, el graffiti en Colombia es siempre es subversivo.
V
Ayer en casa de Gustavo me topé con un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina. Sé que en algún lugar de mi biblioteca también debo poseer uno. Eduardo Galeano es otra cosa que nos une a los latinoamericanos. Su visión trágica de la historia forma parte medular de nuestra educación sentimental.
VI
Desde la sala de espera del aeropuerto en donde concibo este post, me prometo a mí mismo regresar a Bogotá algún día. Tras varios minutos de retraso nos avisan por un altavoz que la aerolínea ha sobrevendido los boletos para México. Apenados por el error, piden que algún pasajero renuncie a su asiento a cambio de tentadoras prebendas. Es raro, pero pese a lo generoso del ofrecimiento ni siquiera contemplo la idea. Colombia es un país fascinante pero yo ya extraño mi hogar.
13 mar 2008
Una idea feliz
Los meses que vienen no se antojan fáciles. Y sin embargo, me emociona la idea, de mudar de país, de rutina, de trabajo.
Me gusta ver a Myriam contenta e involucrada en el nuevo proyecto. Siento que hemos aprendido a construir cotidianamente la idea de relación y de vida a la que aspiramos. Y que asumimos los riesgos con precaución, pero sin dejar que el temor o la incertidumbre nos abrumen más de la cuenta.
La semana que viene vuelo a Bogotá. Y eso, supongo, me dará el tiempo suficiente para ordenar mis ideas y comenzar a planear la primera etapa del “proyecto Argentina”.
Mientras tanto, habrá que cumplir con la cuota diaria de trabajo académico y editorial, y también con la de preocupación, nervio y malviaje, que resultan inevitables cada que se aproxima un cambio de vida.
Una idea feliz ronda mi cabeza estos últimos días: empiezo a acostumbrarme a los aeropuertos, y eso me gusta.
16 feb 2008
Mover montañas
Confiar en que a la distancia se verán más pequeñas.
Y entender que contra lo inamovible
sólo la perspectiva.
15 feb 2008
Borges, el actor

En meses pasados, por ejemplo, la agencia EFE informó a sus suscriptores de la existencia de un documental que data del año de 1972, titulado Borges, un destino sudamericano, en el que el célebre escritor argentino hace un alto en su labor creativa para interpretar al protagonista de su relato El Sur, que el propio autor llegó a definir como "acaso" su "mejor cuento".
La noticia llamó de inmediato mi atención porque en efecto, El Sur es uno de los cuentos más emblemáticos de la literatura argentina. Uno de esos relatos que conmueven no sólo por la perfección de su forma sino por la dimensión y el alcance de su contenido. Esos que con el paso del tiempo, cansados de contar la misma historia, dejan de hablar de los personajes para empezar contarnos de nosotros mismo.
En segundo lugar, porque la imagen del Borges escritor, interpretando a Juan Dahlman a mitad de un set de grabación, me parecía una idea demasiado excéntrica, por no decir surrealista.
La anécdota que dio origen al documental, así como las que se tejieron en torno a la filmación de las escenas en las que aparece Jorge Luis Borges no tienen pierde.
Contra todo lo que pudiera pensarse, a José Luis Di Zeo, el director del mentado documental, no le costó mucho trabajo convencer al Borges. Después de una larga estadía en Polonia donde había estudiado cine, Di Zeo regresó a Buenos Aires, localizó en una guía telefónica el número de Borges y le llamó para acordar una cita. Sorprendentemente el escritor no puso reparos, es más, de acuerdo al director, Borges se mostró desde un principio entusiasmado con la idea.
"Al principio se rió cuando le dije que interpretara a Juan Dahlman, porque decía que si aparecía en escena con un cuchillo, su abuelo se reiría porque luchó en la guerra y era un valiente y Borges se veía cobarde a su lado", relata Di Zeo.
Cuesta mucho de verdad imaginar a una personalidad como la de Borges exaltada frente a la perspectiva de representar a uno de esos "cuchilleros" que con tanto gusto describía en sus relatos. Aunque supongo que si por alguna razón aceptó desempeñar el papel, fue porque en el fondo, Borges se sentía extrañamente cercano a Dahlman. Hay que recordar que ambos personajes eran anglocriollos y bibliotecarios, y que el evento que da origen al relato —la herida que que se hace Dahlman en la cabeza— también fue experimentada en su momento por Jorge Luis Borges.
En fin, lo curioso es que pese al agudo sentido del humor del que alardeaba Borges, la noche previa al rodaje, el prestigiado escritor no pudo disimular su nerviosismo. Di Zeo relata que cuando lo fue a buscar a su casa el día de la grabación, el portero le preguntó qué pasaba ese día porque Borges llevaba levantado desde las cinco de la mañana y no paraba de dar vueltas. Horas después, cuando llegaron al sitio donde se iba a llevar a cabo la filmación, Borges se negó a bajar del coche porque tenía frío. El director, preocupado frente a la evidente indisposición del escritor, le preguntó a su segunda mujer, María Kodama, si podía darle cognac y ella dijo que "sólo un poco", por lo que le sirvió un vaso. Borges se tomó el trago de un sorbo y a los dos minutos bajó con energía del coche y dijo decidido: “déme el cuchillo".
Entre las anécdotas curiosas que se cuentan de aquel extraño día, está aquella en la que Borges, tras concluir la primera toma, mete por error su bastón dentro de un hormiguero, y pierde el equilibrio con lo que casi se cae. Sin perder su sentido del humor y su sarcasmo, con el cuchillo en mano, Borges palpó las cuatro muescas correspondientes a los asesinatos cometidos por su personaje y dijo con aire afectado: "aquí falta una muesca más, la de mi muerte". Pese al esfuerzo que debió representar para el laureado escritor filmar las escenas del documental, Borges no llegó a ver la película terminada. A decir del director, el escritor sólo tuvo oportunidad de apreciar el sonido, ya que en el momento de la edición final su ceguera era definitiva. Pero incluso entonces el escritor no perdió su ironía ni su particular sentido del humor. Cuando en 1977 un periodista le preguntó qué pensaba de su actuación Borges lo desarmó con unarespuesta digna de su genio: "¿Qué opinión puede tener un ciego de una película?".
11 feb 2008
Nadar de a muertito
31 ene 2008
Splint

Venga pues otro capuchino doble a la mesa!!
18 ene 2008
La nueva de McCarthy

No es un secreto que uno de los temas vitales y literarios que más me obsesionan —obsesión entendida como hambre de conocimiento y afán de comprensión— es el de la paternidad. De ahí que ciertos autores como Philip Roth, Paul Auster, John Irving, Gerardo Kleinburg, y otros con similares preocupaciones ocupen un sitio privilegiado en mi biblioteca particular y que gran parte de mis proyectos narrativos se afanen en explorar esa relación conflictiva y ambivalente que se establece siempre entre un padre y un hijo.
Quizá por eso no fue ninguna sorpresa que The Road, el nuevo libro de Cormac McCarthy, me cimbrara de pies a cabeza. Y es que si bien conocía con anterioridad algunos detalles del apocalíptico argumento, de ninguna manera me encontraba preparado para explorar los parajes más recónditos del vínculo filial en los términos extremos que McCarthy plantea en su novela
En The Road, un hombre y su hijo avanzan hacia el sur por una carretera calcinada que atraviesa ríos pestilentes, ciudades en ruinas y paisajes desolados en los que no hay vestigios de vida, con excepción de las hordas de caníbales dispuestos a asesinar a todo aquel que se atraviese en su camino. Con un lenguaje sobrio, e incluso sombrío, Cormac McCarthy hace un recuento angustiante de la lucha por la sobrevivencia de estos dos personajes que se enfrentan al hambre y al frío, pero también a la desesperanza.
Y es que más allá del planteamiento lúgubre, lleno de incógnitas e incertidumbres con que arranca la novela, McCarthy logra construir a lo largo de su relato una reflexión acerca de la validez de ciertos valores humanos en las situaciones límite.
¿Tienen cabida el amor, la misericordia, la bondad y la fe, en un mundo que está condenado a la decadencia y a la extinción? El padre y el hijo de esta novela piensan que sí. Por eso a pesar del peligro y de las carencias a las que se someten durante su peregrinaje, ambos personajes atesoran eso que llaman el “fuego”, sabedores de que en todas las edades de la humanidad quien posee el “fuego”, posee la verdad, y quien posee la verdad, posee también el futuro.